viernes, 28 de diciembre de 2007

El hogareño calor de la ciudad



18.XI.1911. «Regreso en el tranvía eléctrico, sentado en un rincón con las piernas extendidas; fuera veía gente, las lámparas encendidas de las tiendas, los muros de los viaductos que atravesábamos, una y otra vez espaldas y caras, una carretera que salía de la calle comercial del suburbio y en la que no había nada humano excepto gente que iba a su casa, las lueces eléctricas de la estación, cortantes, grabadas a fuego en la oscuridad, chimeneas bajas de una fábrica de gas, muy estrechas en la parte de arriba, un cartel anunciando el espectáculo de De Tréville, una cantante, que va saliendo al paso por las paredes hasta una calle próxima al cementerio, desde donde ha regresado conmigo del frío de los campos al hogareño calor de la ciudad

Franz Kafka, Diarios