Agustín Calvo Galán
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Companhia Carris de ferro
Desde Os prazeres los veo pasar,
van rumbo a Belem, pero
de tan modernos, amplios y
cívicamente confortables,
también podrían surcar,
en igual medida, las vías
de Amsterdam o de Múnich.
Me vuelvo corriendo a la Baixa
y me tranquiliza el traqueteo, calladamente
siderúrgico,
de un cansado y viejo amigo de la compañía
de Carris, la postal turística aún viva,
rumbo a algún callejear de nuestras memorias.