lunes, 2 de marzo de 2009

Con un blanco amarillento


Filisberto Hernández
(Uruguay, 1902-1964)


Los tranvías que van por la calle Suárez —y que tan pronto los veo yendo sentado en sus asientos de paja como mirándolos desde la vereda— son rojos y blancos, con un blanco amarillento. Hace poco volví a pasar por aquellos lugares. Antes de llegar a la curva que hace el 42 cuando va por Asencio y da la vuelta para tomar Suárez, vi brillar al sol, como antes, los rieles. Después, cuando el tranvía va por encima de ellos, hacen chillar las ruedas con un ruido ensordecedor. —Pero en el recuerdo, ese ruido es disminuido, agradable, y a su vez llama a otros recuerdos—.
[...]
Pero volvamos al trayecto del 42.
Después que el tranvía pasó, precisamente, por delante del terrenito —remiendo de la mansión señorial—, me quedó un momento en los ojos, con gran precisión, el balanceo de dos grandes palmeras que sobresalían por detrás de la casita —mamarracho— moderna. Y repasando esa fugaz visión de las palmeras, las reconocí y recordé la posición que tenían antes, cuando yo era niño y la quinta no tenía remiendo.


Por los tiempos de Clemente Colling (1942)
El Nadir Ediciones, Valencia, 2008