
Pero yo no había dictaminado que Naomi fuera la mujer más hermosa del mundo. De hecho, había muchas más guapas que ella entra las jóvenes que me cruzaba en el tranvía, en los pasillos del Teatro Imperial y en el Ginza.
Jinichiro Tanizaki, Naomi, Siruela, Madrid, 2011. Pág. 12.
Traducción de María Luisa Balseiro