miércoles, 1 de agosto de 2012

No circula ningún tranvía


Irmgard Keun 
(1910-1982) 
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NIÑA DE TODOS LOS PAÍSES 

Cuando yo estaba en medio del tráfico rodeada de tranvías y coches hostiles, el guadia guapo bajó de su trono y vino corriendo hacia mí como un león, como si quisiera devorarme. 
Yo no podía escapar. 
El guardia me cogió del brazo. Su boca estaba furiosa y abierta. Creí de verdad que era un león, los coches me rodeaban resoplando, las luces brillaban como ojos, las casas eran tan altas, el cielo estaba tan lejos, nubes de niebla cayeron sobre mí. Y como el gaurdia era un león, le traté como a un león. Acaricié la mano que sujetaba mi brazo (...). 
El león dejó de gruñir y ya no quería detenerme; el guardia se transformó en un príncipe y me llevó al otro lado de la calle con la mujer que estaba sentada sobre los raíles. 
La mujer es gorda y vende nueces que tiene en dos grandes cestos dorados. Sobre los raíles hace ya tiempo que no circula ningún tranvía.



Es todo tan terriblemente gris en la habitación, ni siquiera cuando enciendo la lámpara hay claridad.
A la ventana no puedo acercarme para no caerme a la calle, se lo he prometido con firmeza a mi madre. Si no, podría ver cómo pasan abajo los tranvías y saltan las chispas de colores de los carriles.


Niña de todos los países. Minúscula, Barcelona, 2012. Págs. 33 y 40. Traducción de Anton Dieterich