José Ortega y Gasset
(1883-1955)
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ESTÉTICA EN EL TRANVÍA
Pedir a un español que al entrar
en el tranvía renuncie a dirigir una mirada de especialista sobre las mujeres
que en él van, es demandar lo imposible.
[…]
Hoy he tomado el tranvía y como
nada español juzgo ajeno a mí, he ejercitado esa mirada de especialista arriba
dicho.
[…]
La expresión más exacta de la
tesitura en que nos hallamos, cuando, por primera vez, miramos a una mujer,
sería esta que parece sólo un frívolo giro galante: «Toda mujer es guapa
mientras no se demuestre lo contrario». Y aún cabría añadir: de una belleza que
no hemos previsto.
[…]
A veces, pues, la promesa de
belleza no se cumple. Así, me ha bastado mirar un instante a aquella señora que
está en el fondo del tranvía para juzgarla fea.
[…]
He aquí cómo yo, desde este
humilde tranvía que rueda hacia Fuencarral, envío una objeción al radiante
jardín de Academos. Amor, me mueve, que me hace hablar… Amor a la multiplicidad
de la vida, que a veces los mejores, contra su voluntad, han contribuido a
empequeñecer.
[…]
En la crítica literaria o artística
recibe inmediata aplicación: reprodúzcase el análisis motivado por el juicio de
la belleza femenina a propósito de una lectura. Al leer un libro, sobre el
cuerpo que forma lo leído va golpeando como un íntimo martilleo de agrado o
desagrado…
[…]
Pero el trayecto ha concluido. No
se puede pedir más por diez céntimos.