domingo, 8 de diciembre de 2013

Al entrar en el tranvía


José Ortega y Gasset
(1883-1955)
____________________________

ESTÉTICA EN EL TRANVÍA

Pedir a un español que al entrar en el tranvía renuncie a dirigir una mirada de especialista sobre las mujeres que en él van, es demandar lo imposible.
[…]
Hoy he tomado el tranvía y como nada español juzgo ajeno a mí, he ejercitado esa mirada de especialista arriba dicho.
[…]
La expresión más exacta de la tesitura en que nos hallamos, cuando, por primera vez, miramos a una mujer, sería esta que parece sólo un frívolo giro galante: «Toda mujer es guapa mientras no se demuestre lo contrario». Y aún cabría añadir: de una belleza que no hemos previsto.
[…]
A veces, pues, la promesa de belleza no se cumple. Así, me ha bastado mirar un instante a aquella señora que está en el fondo del tranvía para juzgarla fea.
[…]
He aquí cómo yo, desde este humilde tranvía que rueda hacia Fuencarral, envío una objeción al radiante jardín de Academos. Amor, me mueve, que me hace hablar… Amor a la multiplicidad de la vida, que a veces los mejores, contra su voluntad, han contribuido a empequeñecer.
[…]
En la crítica literaria o artística recibe inmediata aplicación: reprodúzcase el análisis motivado por el juicio de la belleza femenina a propósito de una lectura. Al leer un libro, sobre el cuerpo que forma lo leído va golpeando como un íntimo martilleo de agrado o desagrado…
[…]
Pero el trayecto ha concluido. No se puede pedir más por diez céntimos.


El Espectador, 1. Madrid, 1975. Págs. 45-55