lunes, 12 de enero de 2015

El tranvía había empezado a vaciarse


FERRAN SOLDEVILA 
(1894-1971) 
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Horas Inglesas


12 de diciembre de 1927
El tranvía estaba lleno, pero aún ha logrado encajarse y sentarse a mi lado una muchacha delgada, fina, de aire tímido —tipo sentimental—. Estábamos tan estrechos que su brazo y su cuerpo se oprimían contra el mío. Y de vez en cuando yo sentía cómo temblaba aquel brazo. Temblaba toda ella entera, y el helor de la mañana y su indumentaria poco densa lo justificaban. Pero al poco rato, la tibieza humana que llenaba el vehículo debe de haberla vuelto en sí y ya no ha temblado más. Y me he ensimismado nuevamente en la lectura del diario. 
  Cuando he vuelto a la realidad, un instante, me he dado cuenta de que el tranvía había empezado a vaciarse y que a mi lado había espacio libre. Iba a separarme de mi vecina cuando he visto que también lo había a su lado. Me ha parecido poco delicado tomar la iniciativa. Y así hemos continuado, uno contra el otro, hasta quedar prácticamente solos en el largo banco, prácticamente solos en el vehículos, que se enfriaba por momentos. Quien nos hubiera visto tan juntos, tan quietos, tan silenciosos, ¿podría creer que éramos dos desconocidos a quienes nada relacionaba, dos vidas distantes que solo tenían aquel punto de encuentro, en silencio, en un contacto algo más que corporal y que ahora, al poco, se separarían para seguir cada cual su órbita, seguramente tan alejadas como antes?

Hores Angleses, Institució de les Lletres Catalanes, Barcelona, 1938. Págs. 72-73. Traducción JAC