sábado, 14 de diciembre de 2019

Subiendo de Moscú en tranvía



Teresa Pàmies
(1919-2012)
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 Jardín Abandonado 

Era el edificio que hacía esquina entrando a mano derecha por el atrio de acceso a la urbanización, subiendo de Moscú en tranvía o trolebús. Había seis arcadas de entrada y salida. Rodeaban los pisos de ladrillo y tenían una altura impresionante. En medio del conjunto de edificios habían reservado un extenso espacio para el ocio de los vecinos, pequeños y grandes. Todo florecía en primavera, tras un glorioso deshielo que fundía la nieve acumulada durante el invierno, la nieve chispeante con la cual los niños amasaban muñecos y construían toboganes para los trineos improvisados con la madera de las cajas de arenques, bultos abandonados a la puerta del Univermark que impregnaban el aire y las manos infantiles de un hedor a pesca salada y confitado estilo siberiano. Un aroma tan evocador como las magdalenas de Proust, con la diferencia de que el olor sutil de magdalena trasladaba al escritor francés a los salones de la aristocracia en decadencia y a mí, el hedor de las cajas de serioixka que los niños del barrio convertían en juguetes me evoca el nacimiento de una sociedad ascendente. En la pobreza, pero ascendente. 

Teresa Pàmies, Jardí enfonsat. Ed. Destino. Barcelona, 1992. Pág. 111-112. Traducción JAC