viernes, 4 de abril de 2025

Los roncos tranvías


Dylan Thomas
 (1914-1953)
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EXACTAMENTE COMO LOS PERROS

Permanecimos en el hueco y ventoso recinto del arco escuchando los ruidos amortiguados del pueblo, un tren de carga entrando en un desvío, una sirena en los muelles, los roncos tranvías de las calles lejanas, alguien que batía hierro, un ladrido de perro, ruidos de ignota procedencia, un distante crujir de madera, puertas que golpeaban donde no había casas, una máquina que, en una colina, balaba como una oveja.


¿Por qué estaba allí, encorvado, con otro muchacho meditabundo y conmigo, escuchando nuestra propia respiración y al mar y al viento, que diseminaban arena bajo el puente, y a ese perro encadenado, y a esa sirena, y el rodar de los tranvías a una docena de manzanas de distancia. 



Los tranvías habían enmudecido.


Me gustaba caminar a medianoche por la ciudad mojada, cuando las calles estaban desiertas y las ventanas apagadas, solo y vivo sobre las relucientes vías de los tranvías de High Street, vacía y húmeda bajo la luna, gigantescamente triste en las húmedas calles junto a la fantasmagórica capilla de Ebenezer.


Perdí el comienzo del relato, mientras pensaba en el pánico del hombre de la playa, corriendo como un futbolista de un lado a otro, entre las sombras amenazantes, hacia las luces del otro lado de la vía del tranvía, y recogí la voz de Tom en medio de una frase.


Dylan Thomas, Retrato del artista cachorro. Ed. Planeta, Barcelona, 1971. Traducción de Juan Ángel Cotta (págs. 106, 108, 110, 111, 112).