sábado, 1 de marzo de 2008

Un cuento de hadas

«Salgo con cierta frecuencia, y una vez fuera, en la calle, tengo la impresión de vivir un cuento de hadas donde todo es caótico y desenfrenado. ¡Cuántos empellones y apretujones! ¡Qué estrépito! ¡Qué barahúnda! ¡Cuántos gritos, pisotones, zurridos y traqueteos! ¡Y qué estrechez y hacinamiento en todo! Casi rozando las ruedas de los carruajes pasan chiquillos, muchachas, señores y señoras elegantes; entre la multitud se ven ancianos, lisiados y gente con la cabeza vendada. Y siempre nuevas filas de transeúntes y vehículos. Los vagones del tranvía eléctrico parecen cajas repletas de muñecos. Los autobuses van dando tumbos como enormes escarabajos desmañados… Al llegar a casa me encuentro con Kraus, que se burla de mí. Le digo que habría que conocer un poco el mundo. “¿Conocer el mundo?”, me dice como absorto en hondos pensamientos. Y sonríe despectivamente.»

Robert Walser, Jacob von Gunten, 1909