sábado, 8 de agosto de 2009

Me encantaba aquel tranvía azul que tenía un olor muy característico

Zafer Şenocak
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Una herencia peligrosa

Habría preferido ir con el tranvía hasta Grünwald, donde el padre de mi madre tenía una pequeña casa, nuestra casa. Pero el tiempo apremiaba. En la familia se hablaba de la «cabaña», que sin embargo poseía un cierto valor debido a su ubicación en el elegante Günwald.
Los nazis la habían utilizado como lugar de reuniones para la Juventudes Hitlerianas. Crecí en esta casa. Me gustaba jugar en el desván porque el jardín era demasiado peligroso. Un día me encontré una serie de fotos en una caja cubierta de polvo oculta bajo un montón de herramientas. En todas ellas aparecía un hombre con un extraño bigore. Cuando mostré las fotos a mis padres, las quemaron inmediatamente en la chimenea.
(Pág. 27)

Foto Polizei Berlin

«Con frecuencia uno siente que le han operado el alma, y sin anestesia», me decía hace poco un señor mayor con el que entablé conversación en el tranvía.
(Pág. 50)


A veces acompañaba a mis padres a hacer la compra. Íbamos a la ciudad en tranvía. Me encantaba aquel tranvía azul que tenía un olor muy característico, que daba dolor de cabeza.
(Pág. 124)

Foto Isar Steve

Voy con el tranvía y llego a su casa en media hora. Todavía no puedo creer que este mundo sólo esté a a media hora de distancia del mío, y no a cuarenta años.
(Pág. 133)

1802

En el tranvía miraba instintivamente las cara de la gente a mi alrededor. Tampoco ellos me darían ninguna explicación sobre mí. Aparte de eso, de todos modos, mi historia les era indiferente.
(Pág. 136)

Berlin, 1936

Cuando pasó un tranvía atronador ocultando por un momento su voz, esa voz que me había sumido en mis propios pensamientos, me di cuenta de que apanas lo estaba escuchando.
(pág. 137)

Ed. Pre-Textos. Valencia, 2009