Antonio Sáez Delgado
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VENTANAS
¿Tendrán su propia vida, más allá
de este instante, sus moradas y
trabajos todos aquellos rostros que
aparecen fugaces, sin llamarlos
nunca, a través de la ventana agreste
del vagón en que viajamos, como si
el ferrocarril entero fuésemos
nosotros y sintiésemos cada una
de las miradas irrepetible y
llena de candor, como lo único
que sucederá en todo el mundo
en ese preciso instante, aún
sin saber, si imaginar siquiera
sus nombres y moradas, sus trabajos
y razones para la despedida?
¿Por qué razón no será este viaje
feliz como aquellos en tranvía,
a principios de siglo, si es la misma
ahora la velocidad con que nos
desplazamos? ¿Por qué no podrá ser
nunca igual, si el paisaje es el mismo,
iguales los nombres, ruinas y árboles?
Miradores
Del Oeste Ediciones, 1997. Pág, 19
de este instante, sus moradas y
trabajos todos aquellos rostros que
aparecen fugaces, sin llamarlos
nunca, a través de la ventana agreste
del vagón en que viajamos, como si
el ferrocarril entero fuésemos
nosotros y sintiésemos cada una
de las miradas irrepetible y
llena de candor, como lo único
que sucederá en todo el mundo
en ese preciso instante, aún
sin saber, si imaginar siquiera
sus nombres y moradas, sus trabajos
y razones para la despedida?
¿Por qué razón no será este viaje
feliz como aquellos en tranvía,
a principios de siglo, si es la misma
ahora la velocidad con que nos
desplazamos? ¿Por qué no podrá ser
nunca igual, si el paisaje es el mismo,
iguales los nombres, ruinas y árboles?
Miradores
Del Oeste Ediciones, 1997. Pág, 19