domingo, 12 de diciembre de 2010

Apretujado en el mismo tranvía

Mircea Cărtărescu
(1956)
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EL RULETISTA
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Ningún lector habría aceptado que en su mundo pudiera vivir, apretujado en el mismo tranvía, respirando el mismo aire, un hombre cuya vida es la demostración matemática de un orden en el que ya nadie cree o en el que cree tan solo porque es absurdo. (Pág. 19)

Luego me arrastraron por unos pasillos serpenteantes y descendí unos escalones que olían a piedra húmeda y a gato muerto. Por arriba se oía, de vez en cuando, el tranqueteo de un tranvía. Me retiraron el pañuelo de los ojos en eun sótano débilmente iluminado por unas cuantas velas; allí, bajo el arco de la bóveda, habían colocado, a modo de mesa, unas barricas de arenques y, a modo de sillas, unos cajones pequeños y unos troncos gruesos de madera. (Págs. 27-28)


Justamente en la entrada, un tranvía había descarrilado, se había empotrado contra el escaparate de una tienda de muebles y había destrozado los cristales. (Pág. 52)


El Ruletista, Impedimenta, Madrid, 2010. Traducción de Marian Ochoa de Eribe Urdinguio