Miguel de Carrión
(La Habana, 1875-1929)
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Las impuras
Era una mujer muy fresca todavía, muy ciudada, muy elegante, muy viva, de ademanes desenvueltos, con una gran nariz dominante en el rostro expresivo y unos lindos dientes de gozadora que procuraba enseñar continuamente. Tenía un loco afán de notoriedad, y hablaba y reía alto, en la calle y en los tranvías, observando de reojo si llamaba la atención del público.