viernes, 11 de marzo de 2011

Luego subió un revisor

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Una noche de enero, a diez grados bajo cero, estaba volviendo en tranvía al depósito. Llevaba horas haciendo ese trayecto —ida y vuelta— con la cabeza apoyada en la ventanilla. Luego subió un revisor. No tenía billete y tuvo que bajarse. Se encontró en un barrio desconocido. El pie derecho le dolía. No tenía la menor esperanza de volver al centro. Cuando encontró un banco se sentó para que el pie descansara. Dos minutos, pensó, ni uno más. Pero se quedó dormido.


Beppe Rosso, Filippo Taricco, La ciudad frágil
Edicions Bellaterra. Barcelona, 2010, pág. 62