DANIEL JONAS
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TRANVÍA
De repente
detenida por la melancolía del tranvía
que asomaba
en la curva
estorbándome
el paseo
que quería,
mi tarde
como Héctor
frente a Aquiles allí se caía derribada
como un saco
de músculos
sobre el
rastro de sangre del poniente.
¡El cruel, el carro! ¡El tirado por caballos!
¿Qué
diferencia había entre aquel impostor
que ahora en
su surco convertido en hierro,
tractor que
pace lo campestre del asfalto,
me lleva ya
tarde hacia
la tarde de
otro día
y desde esa
tarde exactamente
que tan
pronto me trae a esta?
Y aún este
era conducido por una gracia
tan cándida
y maternal
en aquel
tríptico frontal
Nuestra
Señora lo conducía
como a
guardafrenos de mi infancia,
figura de
renacimiento
enmarcada
tras el parabrisas central
como un
altar de lo que fui
hacia la
alteridad de lo que soy.
Dije:
¡Madonna!
mientras el
tranvía asomaba en la ladera
y
desaparecía en la curva,
escupiendo
una débil chispa
imponderablemente
abandonada
como restos
de un milagro.
«Eléctrico», in Passageiro Frequente, Língua Morta, Lisboa, 2013. Pág. 13. Traducción de JAC