jueves, 18 de septiembre de 2008

Bonde

Bonde Caradura - 1884

Por la tarde, después del Ministerio y de la habitual charla con los escritores —en Lombaerts, hacia 1880, en seguida en la Semana de Valentim Magalhães o en la Revista Brasileira, y por último en la editorial Garnier— regresaba a casa a tiempo de cenar sin luz, sin sol y sin moscas, como recomendaba siempre. Al bajar del tranvía ya avistaba la figura de Carolina, que lo esperaba leyendo detrás de la vidriera cerrada.
Un pequeño paseo a pie, con su mujer, y después la tertulia en casa del barón Smith Vasconcelos, o de algún vecino, las partidas de cartas y de ajedrez en las que con frecuencia se irritaba y discutía.
Llegaban invariablemente cuando sonaban las ocho, Carolina risueña y extrovertida, él con aire disimulado. Y a las diez se despedían.
Pero no se iban a dormir inmediatamente. Tomaban un té, bebida predilecta de Machado, y permanecían los dos, de la mano, corazones abiertos, conversando hasta más allá de las once, en sendos «balancines, juntos y confundidos, como de tertulia, donde acostumbraban a pasar las horas solitarias» (Memorial de Aires).

LÚCIA MIGUEL PEREIRA, Machado de Assis. Estudo Crítico e Biográfico.
Livraria José Olympio Editora, Rio de Janeiro, 1955, 5ª edição, página 183.
Traducción de JAC