sábado, 20 de septiembre de 2008

Bonde de Laranjeiras

Gustavo Dall'Ara, 1907

Esta producción, constante, regular, permite suponer que no debían de ser muy repetidos, o que no lo debilitarían demasiado los ataques de epilepsia. Pero no por ello le dejaban tranquilo. En la época de Semana, regresando un día a casa en compañía de Max Fleiuss, le dijo Machado al entrar en el tranvía de Laranjeiras: «Si no le importa ir sentado, acompáñeme a la plataforma, sujéteme y no me dirija la palabra». Así hicieron y durante todo el viaje Machado se mantuvo erguido, inmóvil. Al final, cuando entraron en el portal de la casa del gran escritor, se desencadenó la crisis que temía.

LÚCIA MIGUEL PEREIRA, Machado de Assis. Estudo Crítico e Biográfico
Livraria José Olympio Editora, Rio de Janeiro, 1955, 5ª edição, página 211