MARINA TSVETÁIEVA
(1892-1941)
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POEMA DEL FIN
(fragmento)
El ritmo de los dedos en la mesa
se acelera. (Cadalso.)
—Vámonos. —Yo hubiera preferido:
Muramos. Sería más sencillo: muramos.
Basta de banalidades: basta
de viajes, versos, hoteles, tranvías…
—El amor significa la vida.
—No, otro nombre le daban los antiguos…
—¿Entonces?
Aprieta el puño —un pez muerto—
el pañuelo. —¿Nos vamos?
—¿Adónde? Elige: precipicio, bala, veneno… La muerte —en claro.
—La vida. Como un cónsul romano
que evalúa —águilas ojos— lo que queda
de sus huestes.
—Rompamos, pues.
Praga, 1924
El canto y la ceniza. Debolsillo, Barcelona, 2010. Pág. 188. Traducción de Monika Zgustova y Olvido García Valdés.