martes, 17 de junio de 2014

La conductora del tranvía tiró de freno eléctrico


Mijaíl Bulgákov
(1891-1940)
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Berlioz no gritó pero, en torno a él, con voces de mujeres desesperadas, empezó a chillar la calle entera. La conductora del tranvía tiró de freno eléctrico, el vagón clavó el morro en el suelo, después dio inmediatamente un respingo, y, con un tintineo y un gran estruendo, salieron volando los cristales de las ventanillas. Entonces, en la mente de Berlioz alguien gritó con exasperación: «¿Es posible…?» De nuevo, y por última vez, la luna pasó fugazmente ante sus ojos, pero rompiéndose ya en mil añicos, y luego todo se oscureció. El tranvía embistió a Berlioz y un objeto redondo y oscuro salió disparado hacia la pendiente adoquinada, cerca de la reja del paseo de los Estanques. Tras rodar a lo largo de esta pendiente, fue saltando por los adoquines de Brónnaia. Era la cabeza cortada de Berlioz.


—¡Oh, sí, claro!—le interrumpió Koróviev, quitándose el pañuelo de la cara— ¡Nada más verle, pensé que era usted! —sacudido por el llanto se puso a gritar—: Qué desgracia, ¿eh? Qué cosas pasan en nuestros días, ¿eh? 
—Le atropelló un tranvía, ¿no?—preguntó en un susurro Poplavski. 
—De lleno —gritó Koróviev, y las lágrimas corrían a raudales por debajo de sus quevedos— ¿De lleno! Lo vi todo. Créame, ¡paf! ¡Y la cabeza por el aire! Luego la pierna derecha, ¡crac! ¡Cortada por la mitad! Y la izquierda, ¡crac! ¡Por la mitad también! ¡Ya ve cómo se las gastan estos tranvías!—y, al parecer, incapaz de contenerse, Koroviev hundió la nariz en la pared, junto al espejo, todo él estremecido por los sollozos.


Mijaíl Bulgákov. El Maestro y Margarita. Ediciones Nevsky. Madrid, 2014
Traducción de Marta Rebón. Págs. 72 y 267