domingo, 17 de mayo de 2020

Un tranvía así parece que lleva alma



José Martí
(1853-1895)
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TRANVÍAS DE CABLE

Las ciudades que quieran establecer ahora tranvías, deben, antes de echar sus rieles para carros de caballos, hacer examinar los que andan sin ellos, por ser su motor constante un cable que corre dentro de un gran tubo, colocado bajo la superficie de la calle, como se colocan las cañerías de gas o de agua. Este gran tubo tiene una espaciosa ranura en su parte alta, por la cual pasa el timón que maneja el conductor desde su plataforma, y llega hasta el cable, del cual se desase cuando se quiere detener el carro, o se prende cuando se quiere que el carro continúe en movimiento. Lo mismo que las mandíbulas prenden el alimento, lo mismo que los dientes de una draga se cierran sobre las piedras y sedimentos que ha de sacar a la superficie, así asen el cable los dientes, o ruedas, en que remata el timón. Y como el cable está siempre en movimiento, en virtud de la máquina motriz establecida en la estación de que arranca el cable, el carro es arrastrado por él a gran velocidad, sin que esto impida que cuando el conductor lo desee, oprima el freno o timón que por una ranura abierta en el pavimento entre los rieles se comunica con la de la parte alta del tubo, y desasidos del cable a esa presión los dientes del timón, el carro se detenga, por cuanto tiempo se quiera. Con este sistema de tranvía de cable, los carros andan con mucha mayor ligereza; se gasta mucho menos en poder motor, por ser el vapor y su máquina más baratos de comprar y conservar que las pobladas caballerizas que ahora se requieren para los tranvías de tracción animal, y se ocupan menos empleados y menos espacio en las calles. –Sobre que es bueno alimentar la fantasía, y un carro así parece que lleva alma.

La América. Nueva York, junio de 1884
[Crónica completa]