sábado, 25 de septiembre de 2021

Como han de ser


Josep Pla
(1897-1981) 
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Los mallorquines, que son gente generalmente reposada, tienen a veces, verdaderos ataques de brusquedad. Entonces se atropellan y parece que quieren hacer pasar un enorme galimatías verbal por el ojo de un alfiler. La gente viste bien, con una apagada discreción, lo que realza, por contraste, los deslumbrantes casos de horterismo que se dan en Palma. Los tranvías son cómodos, limpios y sobre todo lentos, que es como han de ser. Los cafés tienen una entrada fácil y universal.


Por la tarde voy al Molinar en tranvía. Los viejos grandes molinos tienen una decrepitud melancólica. Me paseo a orillas del mar. Con una caña escribo palabras sobre la arena blanca y húmeda. Pasa la tarde lentamente. Palma se dibuja sobre una puesta de sol discreta, desvaída, sin escenografía. 

Un pequeño tranvía une Sóller al mar. El puerto de Sóller es una concha cerrada, una almeja. Debajo de unos pinos seculares, dos pequeñas calles se alinean. Casas de pescadores, cuartel de carabineros. ¡Ay, quién fuera carabinero del puerto de Sóller! 

 [Josep Pla, «Mi primer viaje a Mallorca»,  Las ciudades del mar, Ed. Argos, Barcelona, 1942. Páginas 16, 18 y 36]