James Agee
(1909-1955)
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VIGILIA
Richard ni siquiera levantó la vista al paso del tren; tampoco la idea de castigo se había instalado en su mente: mientas se vestía, miraba la serpiente. Desde la rotura del tórax yacía boca arriba, y la palidez del abdomen y las diversas estructuras de las escamas, tan hábilmente diseñadas para arrastrarse, daban náuseas. Trató de verlo todo sin mirar la cabeza aniquilada, pero sus ojos seguían volviéndose hasta donde yacía, machacada casi como un metal blando contra la roca, tan aplastada y rasgada como las ranas y peniques que solían poner en la vía de Knoxville para que el tranvía los arrollara.
James Agee. Vigilia. Alianza Literaria. Madrid, 2009. Página 105. Traducción de María Maestro Cuadrado
