DIARIO
Ella y yo estamos en la calle: es la calle de un falso París. Esta ciudad se parece a París, a Zúrich, un poco a las calles de Atenas que se encuentra debajo de la Acrópolis. Es también, un poco, esa ciudad completamente imaginaria, la misma que recorro con frecuencia en mis sueños. Le digo que llegaremos pronto a la estación del tranvía cerca del río o de la ribera, que es un poco el Sena, un poco el lago de Zúrich, un poco también otra corriente de agua. Tomamos el tranvía, que nos lleva suavemente a la ciudad alta, en las montañas. Es una especie de tranvía, una especie de teleférico. Este barrio, le conozco, o esta ciudad, con sus casas altas colgadas de la montaña, que me pone eufórico, porque se encuentra arriba del todo precisamente. El tranvía, o el tren, o el teleférico, pasa por desfiladeros muy estrechos que no dejan sitio más que para los raíles del ferrocarril. Pasamos por un puente no más ancho que una pasarela, escalamos montañas donde los árboles se mezclan a las casas. Volvemos a bajar y, de nuevo, nos encontramos en la ciudad de abajo.
[Eugène Ionesco, Diario, Ed. Guadarrama. Madrid, 1968]